Se puede ser impertinente en poesía y estas páginas en parte son la muestra de que es posible.Pero si se mostrara impertinente, en cambio la intención real de este intento es nada más que cantar a dúo con Miguel Hernández, con el amor por una mujer en medio. Mi voz no es su voz, claro que no. Ni su amor el mío.La poesía, con su universalidad alada, hace el resto y, así, la impertinencia de igualarse a la inspiración inigualable de un poeta inmenso se revela como lo que es: admiración. Y tiene que ser así porque, si acaso me acepta el convite y cantamos a dúo, la de un servidor es apenas una segunda voz, ronca y mínima.Andar rodeando la poesía hace, a los que lo hacen, de alguna manera hermanos, como voces de un mismo coro. Y en todo coro hay un solista, quien ofrece un solo impecable. Y están los demás y entre ellos, un servidor que, a cada uno de los 12 sonetos de Miguel Hernández que traigo –que no publicó en ninguno de sus libros– le ha dado su segunda voz.
Este opúsculo reúne una serie de apuntes sobre cuestiones poéticas que se publicaron en enero de 2023 en la bitácora ens.
Es apenas un documento de trabajo y como tal, provisional y en ciertos aspectos sujeto a discusión. No tanto que no sostenga la mayoría de las afirmaciones que allí hay.
